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La imaginación es más importante que el saberPor Javier Vargas Pereira El
ajedrez es un juego de táctica y estrategia que ejercita la
imaginación. Durante la partida, ésta desempeña un rol decisivo, sobre
todo en el ámbito de la inventiva, la creatividad y la visión a
profundidad. Imaginar es figurar y representar idealmente una posición,
una estructura, una forma o una combinación de varios elementos. La
imaginación es una facultad mediante la cual las percepciones pueden
ser representadas en la conciencia en forma de imágenes. En el ajedrez,
su función se relaciona con otras facultades, por ejemplo, el
conocimiento, la memoria, la intuición y sobre todo con la capacidad de
anticipación. Imaginar una secuencia de movimientos es dar sentido a una
idea o a un conjunto de ideas en función de un objetivo. En la
práctica, conlleva la posibilidad de evocar temas, ideas y experiencias,
así como de concebir, crear e inventar soluciones a futuro. Durante el
juego, las imágenes son las que hacen posible la valoración, el cálculo
de variantes, las jugadas defensivas, la consecución de la iniciativa,
la toma de decisiones y la obtención de ventaja. Aunque el entendimiento
y la memoria permiten conocer las características de una posición dada,
la imaginación es la que proporciona las bases para concebir ideas,
secuencias y combinaciones, esto es, dar sentido y finalidad a los
movimientos y maniobras que se hacen. En este proceso se produce un
punto de convergencia entre la imaginación perceptiva (la posición que
está a la vista) y la imaginación creadora (la que concibe secuencias y
maniobras destinadas a lograr un objetivo) En el fondo, es la que
percibe el futuro desde el presente y da sentido a lo que se hace. Aquí
hay un claro nexo entre el entendimiento y la razón. El entendimiento
como fuente de patrones y conceptos aportados por la experiencia; la
razón, como fuente de ideas e imágenes a futuro aportadas por las más
altas facultades del espíritu. En el ajedrez, como en la vida, el poder
de la imaginación para producir imágenes es decisivo. Lo que hace todo
ajedrecista es ver con los ojos de la mente, es decir, captar, concebir,
crear, figurarse imaginariamente lo que debe hacer para imponerse a un
adversario que pretende lo mismo: vencer. Es
evidente que todo niño juega ajedrez ejercita a plenitud su imaginación
en el tablero y, por consiguiente, la suele aplicar en sus estudios y,
lo más importante, en la vida real. Así, la filósofa de la educación
Mary Warnock, en su libro, La Imaginación, dice: “si pensamos en
la imaginación como parte de nuestra inteligencia humana, necesita
educación; pero, si estamos en lo correcto, esto entrañará una educación
no sólo de la inteligencia, sino, a su lado, de los sentimientos.”
Para
el filósofo Emanuel Kant, la imaginación “es la mismísima facultad
formadora de ideas que actúa en las profundidades de nuestra mente para
capacitarnos a reconocer los objetos del mundo, y a vincular los
conceptos de ellos con nuestra experiencia real.” Por su parte, el
pensador francés Jean Paul Sartre vincula el mundo de la imaginación al
del pensamiento y, además, considera que está relacionada con la acción,
lo que es evidente en toda partida de ajedrez. Las ideas se expresan
simbólicamente en el juego, pero también en la vida real, donde adquiere
su propio sentido y simbolismo. Así, la imaginación es aquello que nos
permite a la vez comprender, interpretar, simbolizar, expresar e incluso
anticipar la realidad. De ahí que, agrega Mary Warnock “el cultivo de
la imaginación debiera ser el objetivo básico de la educación… pues la
empleamos en nuestra percepción ordinaria del mundo… La imaginación es
necesaria para capacitarnos a reconocer las cosas en el mundo, a dar
sentado ciertos rasgos y depender de ellos si queremos cumplir con
nuestras funciones ordinarias.” Durante
la partida, todo niño que juega ajedrez enriquece lo que percibe (la
posición que tiene a la vista) mediante la composición de imágenes
futuras para lograr uno o varios objetivos. Toda posición ajedrecística
es una matriz que produce la información que posibilita la generación de
nuevas ideas e imágenes. Al respecto, el pensador Johann Fichte (1796-
1879) hace de la imaginación algo fluctuante entre la realidad y la
irrealidad. Dice: “La imaginación produce la realidad, pero en ella no
hay realidad; solamente después de haber sido concebida y comprendida en
el entendimiento, resulta su producto algo real.” Basado en ello, el
filósofo Georg Wilhelm Hegel (1770- 1831) hizo una distinción entre
imaginación y fantasía. “Ambas son determinaciones del espíritu,” dijo,
“pero la inteligencia y la imaginación son simplemente reproductoras, en
tanto que la fantasía es creadora, es la que simboliza, alegoriza o
poetiza.” Por su parte, el matemático, físico y teólogo francés, Blaise
Pascal (1754- 1824) dijo: “La imaginación dispone de todo: crea belleza,
justicia y felicidad, que es el todo del mundo… Nuestra imaginación nos
agranda tanto el tiempo presente, que hacemos de la eternidad una nada,
y de la nada una eternidad.” La
inteligencia es la que gana la partida de ajedrez mediante la constante
creación de imágenes. En la elaboración de ideas, el jugador aplica
métodos generales de inferencia, inventiva y creación, esto es:
deducción, inducción, simplificación, análisis, síntesis, etcétera, o
sea, imagina. Los razonamientos deductivos le sirven básicamente para
derivar conclusiones acerca de las implicaciones y consecuencias de cada
movimiento. El propósito último es obtener ventaja, lograr supremacía
y, a la postre, la victoria. En
su tiempo, el científico y ajedrecista Albert Einstein (1879- 1955)
dijo: “La imaginación es más importante que el saber… En los momentos de
crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.” De
ahí la importancia de incorporar el ajedrez a la educación en todos los
niveles.
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