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El ajedrez aumenta la felicidad
Por Javier
Vargas Pereira
El ajedrez
es una diversión, sobre todo cuando se gana, aunque también suele ser penitencia, si se pierde.
Divertirse es cualquier acto de recreación
o entretenimiento que cause felicidad. Según el filósofo griego
Aristóteles (384 a.C. 322 a.C.) “La felicidad es al mismo tiempo la mejor, la
más noble y la más placentera de todas las cosas.” Consiste en un estado de
ánimo que se complace en la obtención de una satisfacción o beneficio. Esto se
puede lograr mediante el cumplimiento de un
propósito, la ganancia de algo o la adquisición de una habilidad para
resolver problemas. Un proverbio anónimo dice: “La felicidad no es la ausencia
de problemas, sino la habilidad para resolverlos.” Toda partida de ajedrez es un constante
desafío a solucionar problemas, lo que produce estados de
ánimo agradables, de dicha y felicidad, o de frustración y desánimo, en tanto que conlleva, como en la
vida, una sugestiva
correspondencia entre las dificultades a vencer y la
habilidad para superarlas, entre lo aparente y lo real, entre lo verdadero y lo
falso. En las buenas partidas siempre es posible encontrar originalidad,
armonía, creatividad, belleza, coherencia, eficacia, etcétera, lo que genera satisfacción,
agrado, incluso placer.
Al ajedrez también se le ha definido
como ciencia. El poeta y ajedrecista estadounidense Edgar Allan Poe (1809-
1849) dijo: “La felicidad no está en la ciencia, sino en la adquisición de la
ciencia.” Por su parte, el escritor español Ramón Pérez de Ayala (1881- 1962)
concluyó: “Gran ciencia es ser
feliz, encontrar alegría, porque sin ella, toda
existencia es baldía.”
Para tener
éxito en ajedrez hay que practicarlo con regularidad, estudiar su técnica y
saber, en mayor o menor grado, su teoría. En su tiempo, el pensador y
dramaturgo griego Sófocles 496- 406 a.C.), dijo: “El saber es la parte más
considerable de la felicidad.”
El ajedrez
es un juego que exige pensar. El escritor estadounidense Dale Carnegie (1888-
1955) dijo: “Recuerda que la felicidad no depende de lo que eres o de lo que
tienes; depende únicamente de lo que pienses.” En su tiempo, el rey de Prusia,
Federico II (1712- 1786) advirtió: “Conocimientos puede tenerlos cualquiera,
pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza.” Incluso el
inventor estadounidense Thomas Alva Edison (1847- 1931) afirmó: “Quien no se
resuelve a cultivar el hábito de pensar, se pierde del mayor placer de la
vida.”
El concepto de
felicidad nació en Grecia, cuando el filósofo Tales de Mileto (625- 646) concluyó que es sabio quien tiene un cuerpo
sano, fortuna y un alma bien
educada, o sea, la buena salud, el éxito en la vida y una buena
formación constituyen los elementos básicos de la felicidad. Santo Tomás
utilizó el vocablo beatitudo como
sinónimo de felicitas y lo definió
como un bien perfecto de naturaleza intelectual. La felicidad no es simplemente
un estado del alma, sino algo que se recibe desde fuera, pues de lo contrario
no estaría ligada a un bien verdadero. De ahí que muchos pensadores han entendido
la felicidad no como un bien en sí mismo, puesto que debe haber un bien o
bienes externos que la produzcan. Pero,
según el filósofo alemán Emanuel
Kant, es un concepto que pertenece al entendimiento; no es el fin de ningún
impulso, sino lo que acompaña a toda satisfacción.
Para la cultura hindú, “las
virtudes del ajedrez son tan numerosas como las arenas del desierto: cura la
mente enferma y la ejercita en la salud, alivia las penas y aumenta el
sentimiento de felicidad.”
Pero así
como el deporte ciencia puede hacer felices a quienes lo practican, también a
algunos, debido a sus tremendas dificultades, los puede hacer sufrir.
El gran maestro peruano Julio Granda ha dicho: “El ajedrez es como la vida
misma, muy difícil; se sufre mucho.” Sin embargo, el ex campeón mundial cubano
José Raúl Capablanca, afirmó: “El ajedrez sirve, como pocas cosas en este
mundo, para distraerse y olvidar momentáneamente las preocupaciones de la vida
diaria”. Por su parte,
el doctor y ajedrecista Siegbert Tarrasch dijo: “El ajedrez, como el amor, como
la música, tiene la virtud de hacer felices a los hombres… Yo siempre he
sentido un poco de lástima por las personas que no han conocido el ajedrez.
Justamente lo mismo que siento por quien no ha sido embriagado por el amor.”
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