Entrevista con Antonio Malpica, a propósito de su novela,
Ulises 2300.
Antonio Malpica es escritor,
dramaturgo e ingeniero en computación. Es autor de obras de
teatro, conjuntamente con su hermano Javier, y de algunas
novelas como, "Las mejores alas" (Ediciones Castillo), "El
Impostor" (Editorial Plan C), "La Nenay el Mar"
(Biblioteca Popular de Chiapas) y "Ulises 2300".
Ha sido ganador de diversos premios
literarios: 1er Premio en Concurso de cuento de
la Revista
Viceversa; dos Veces ganador
del Premio Rosario Castellanos de Novela Breve; primer premio de
dramaturgia Manuel Herrera; y premio Gran Angular, de Novela, por
su libro "Ulises 2300", entre otros.
Nació en la Ciudad de México en 1967.
Reconoce que es eminentemente autodidacta, aunque para ganarse la
vida estudió ingeniería en la UNAM.
Cuando se realizó esta entrevista, en el
2003, tenía 36 años de edad. Desde cuando tenía diez es
aficionado al ajedrez.
¿Por qué el ajedrez en una trama
novelística?
En el caso particular de "Ulises
2300" tuvo que ver con el tipo de héroe que pretendía
para la novela. Es decir, un héroe con la capacidad
intelectual suficiente para poder jugarlo. Para mí el ajedrez es un
ejercicio de inteligencia. En el ajedrez, creo, no tiene tanta
importancia quién gane sino cómo gana. Para lograr un triunfo de
una manera certera hay que hacer uso de cierta habilidad mental.
Más que ser un buen estratega, se requiere ser un buen matemático,
tener capacidad de abstracción y, sobre todo, la capacidad de
abarcar todos los factores del juego, tanto en el tablero como
fuera de él.
¿Cómo defines el
ajedrez?
Es un juego precioso en todos los sentidos,
empezando por lo estético, siguiendo por lo que simboliza y
continuado por las cualidades que se requieren para
jugarlo.
¿Qué similitudes encuentras entre la
narrativa y ajedrez?
En cualquier partida de ajedrez hay una
historia (o, tal vez, una epopeya), con un principio, una trama, un
desarrollo, un clímax y un final. En las epopeyas, en la literatura
épica siempre existe la figura del protagonista y del antagonista,
lo que es evidente en el tablero. También hay similitudes en la
trama, por ejemplo, los sacrificios sobre el tablero equivalen la
inmolación de los héroes en las gestas homéricas o en los dramas
shakespeareanos. La pugna por el poder o por la amada constituyen
el trasfondo de las batallas.
¿Qué es para ti el acto
creativo?
La necesidad de contar una historia. Detrás
de cada relato hay una idea, una tesis, algo que fundamenta la
historia, siempre desde el punto de vista de la ficción. Creo que
todos los creadores literarios tenemos la intención de trasmitir
esa idea detrás de la trama que contamos. Hasta los relatos lúdicos
tienen algo más allá de la sola idea de divertir. Al menos ese es
el tipo de literatura en la que yo creo. Por tanto, el acto
creativo, para mí, es plasmar esa idea a través de los medios
literarios posibles.
Esa idea detrás de la trama, ¿la encuentras
en ajedrez?
El ajedrez bien puede ser el teatro del
mundo. Cada partida puede reflejar la condición humana de distintas
maneras. Hay partidas violentas, crueles, sugerentes, divertidas.
Todo lo que pasa en el tablero tiene un significado aplicable a la
vida real y viceversa.
-Desde el punto de vista existencial, ¿qué le
dan al ser humano la literatura, la música y el
ajedrez?
Principalmente la exaltación de la mente y el
espíritu, en diversas proporciones. Y vuelvo a la destreza
mental que comentaba al principio: creo que es necesario
desarrollar ciertas
habilidades (intelectuales, sensoriales,
espirituales) para poder practicar tales disciplinas y
disfrutarlas por igual, tanto en el plano del creador como del
ejecutante.
-¿Por qué la conjunción de matemáticas,
música y ajedrez en la mente de un adolescente genial, personaje
principal de tu novela “Ulises 2300”?
Considero que la música y las
matemáticas se parecen al menos en una cosa: son
disciplinas absolutamente intuitivas; cuando un ser
humano aprende sus reglas no requiere de la experiencia para
obtener sus propias conclusiones, generar sus propias armonías,
deducir sus propios postulados. De este modo, el ajedrez es
equiparable porque, al igual que la música y las matemáticas, posee
un lenguaje propio, reglas muy específicas y un universo muy
concreto. Pensé que todo esto, al entrar en contacto con la
mente de un muchacho genio, por fuerza se volvía un
detonador de sus habilidades.
¿Qué pueden encontrar los jóvenes en la
literatura y en el ajedrez?
Diversión, antes que nada, pero también un
espacio para reforzar el conocimiento y desarrollar un pensamiento
lógico, ordenado, preciso.
¿Qué opinas del actual estado de la
literatura mexicana?
Se escuchan nuevas voces con nuevos estilos,
nuevas voces cargadas de nuevas anécdotas, con
inquietudes muy auténticas, tal vez alejadas de las viejas
escuelas pero enormemente genuinas. Esta es la literatura que está
surgiendo y a la que creo se debe abrir paso, encontrar lectores,
publicarla, difundirla. No creo que la literatura mexicana esté
pasando (ahora o nunca) por un mal momento porque siempre se está
renovando, siempre hay nuevas plumas dándole vida; lo que hay
que hacer es encontrarlas e, insisto, abrirles paso, sacarlas a la
luz.
¿Crees que hay suficientes apoyos para la
cultura?
No. Pero más que preocuparme si el
número es suficiente me preocupa que los apoyos lleguen
verdaderamente a quienes los necesitan. Creo que vale más la pena
esta reflexión por el momento.
¿Encuentras nexos entre la realidad nacional,
la literatura y el ajedrez?
¿Cuáles?
Tal y como mencionaba al principio, es
posible vislumbrar ciertas ideas detrás de una historia o una
partida. El amor y la crueldad pueden ser vistos con toda claridad
en la entrega de un alfil, en la retirada de un rey, en la
coronación de un peón, si se miran con la suficiente atención. La
realidad nacional puede ser también una historia, una partida,
un relato. Me atrevería a conjeturar sobre ciertas
particularidades que veo sobre el tablero que nos gobierna: (La
importancia que tiene la reina en la estrategia; la fuerza de los
alfiles en cada una de las decisiones; la pasiva ecuanimidad del
rey).
Si la realidad política nacional fuera una
posición ajedrecística, ¿qué sugerirías para mejorarla y llegar a
una posición más ventajosa para todos?
Reforzando la idea de la pregunta anterior...
sugeriría: 1 - No menospreciar el poder de las piezas
"menores" 2 - Que el rey abandone la confortable
posición detrás de sus huestes y salga al frente, no para
comprometer su posición sino para enfocar correctamente el sentido
de la batalla 3 - Que la dama realmente apoye a su
consorte. 4 - Que torres y caballos promuevan la fuerza
del grupo, no la individual.
¿Crees que se debe enseñar el ajedrez en las
escuelas?
Más que enseñarlo, se debe promover su
práctica.
¿Por qué?
Porque creo sinceramente que ejercitar la
destreza mental que se requiere para jugar al ajedrez hace mejores
a los seres humanos.
¿Deseas agregar algo más?
Algo que dijo Lord Byron: "La vida es muy
corta para el ajedrez". Hay que acercársele de
inmediato.
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