El séptimo sello. Para hablar de cine
y ajedrez es inevitable no mencionar a Ingmar Bergman quien en la película El séptimo sello (1956) crea un argumento existencialista tomando como escenario la partida de
ajedrez entre La Muerte y un ser humano.
Antonius Blok, un
caballero medieval, vuelve a Suecia tras haber combatido por diez años en las
cruzadas. Al llegar se percata de que su pueblo ha sido devastado por la peste.
Es entonces que aparece el personaje de La Muerte, quien ha venido por la vida del caballero. Entonces,
el joven reta a La Muerte a jugar una partida de ajedrez: “Juguemos
con una condición, si me ganas me llevarás contigo, si pierdes la partida me
dejarás vivir.” Y añade: “Las negras para ti.” La Muerte
acepta la propuesta. En la película el
ajedrez se convierte en una metáfora de la vida. Es la lucha del caballero por
su vida, pero a través de ésta se van devalando figuras llenas de signos y de incesantes
cuestionamientos sobre lo qué es la vida
(un juego lento) y el sentido de ésta; y lo qué es la muerte, ese inevitable fin
a donde vamos todas las personas. Los diálogos que se generan mientras juegan
ajedrez con ejemplo de ello: —Ahora vas a perder el caballo — le dice la Muerte. —
Lo tenía ya perdido — Contesta el
caballero. —
¿Me has engañado? —
Pues sí. Has caído en la trampa, tienes jaque al rey. —
¿De qué te ríes? —
Preocúpate de salvar tu rey —
Es que… te encuentro muy animado —
Porque nuestro juego es divertido —
A ti te toca. ¡Vamos pronto!,
¡tengo prisa! —
Ya sé que tienes mucho que hacer.
Pero no se puede jugar atropelladamente, este es un juego lento. El juego se convierte también en el
mecanismo y la estrategia por la cual el caballero entretiene a la muerte para
que sus compañeros Jof, Mia y su pequeño hijo escapen de ésta; pues la muerte
está concentrada en el juego. Sin embargo no hay nada que se le escape a la
muerte. Se despliega el siguiente
diálogo — ¿No atiendes al juego? ¿Ya nada te
interesa? —Dice La Muerte al caballero — ¿Qué nada me interesa? Al contrario—
Le responde — Pareces inquieto. Algo me ocultas. — ¿Crees que no se te escapa nadie? — No, nadie se me escapa. ¿Por qué?, ¿por
qué me lo preguntas? — Ya no temo nada. — Estás cambiado. Entonces Antonius tira las piezas al
parecer de forma accidental y añade: — No recuerdo como estaban las piezas — Yo sí lo recuerdo. No te podrás
escapar. Y puedo decirte una cosa muy interesante, — Dímela — Es jaque mate en la próxima jugada. — Ya lo sé. Las blancas que comanda el caballero
han perdido. Como todos ante la muerte. Una de las reflexiones que genera la
película es que nadie se le escapa a la muerte. Aunque el ser humano no
encuentre respuestas a su existencia, aunque realicé una creación llamada
“Dios” cuando su vida está al borde y aunque se interrogue su existencia; al
final las personas irán hacia la nada. Al final, La Muerte encabezará la danza
que hace que marchen todos hacia la oscuridad.
“En este último instante goza al menos del
prodigio de vivir en la verdad tangible antes de caer en la nada.”
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